En la memoria de mi abuela Victoria Gil.

La última vez que la vi fue el 2 de Enero del año 2016 antes de dejar Venezuela. Pasé las navidades con ella y tengo muchos recuerdos bonitos. Pero entre todos hay un recuerdo muy agradable porque de verdad fue algo particular.
Una de las noches que estaba allá con ella me acosté en su cama, era una cama individual pero los dos somos flacos y cabíamos. Le dije:
“Abuela cuéntame el cuento de la chivita, el que me contabas cuando era pequeño.”
Mi abuela se río y pues me lo contó. Ese cuento es famoso en mi familia, mi abuela nos crió a todos con el cuento de la chivita. Mi mamá me dice que esos cuenticos que nos contaba de niños probablemente ella los había inventado, pero se los sabía de memoria y a todas las generaciones nos contó la historia de la chivita.
Bueno, a pesar de yo ser un “tarajallo" (como dice mi mamá) de 25 años, mi abuelita me seguía mimando. Hasta cambiaba las voces y las ponía agudas así como cuando consientes a un bebé. Y era para decir: “Chivita, chivita no se coma el maizito, maizito…”.

Lo particular de esa noche, fue que tras ese cuento mi abuela me siguió echando cuentos hasta que sin darme cuenta me quedé dormido. Tal cual como cuando tenía 4 años y ella me dormía de la misma manera. De verdad, son recuerdos que llevaré conmigo por siempre y que aprecio mucho haberlos vivido con ella. Con esa calidad de ser humano. Esa calma, esa paz y esa tranquilidad que siempre me dio ese ser tan espectacular, tan maravilloso como lo fue mi abuelita Victoria.



Jamás en mis 25 años de vida he conocido a un ser humano tan transparente, tan real, tan trabajadora y tan carismática. Era inevitable que las personas ajenas a la familia se enamoraran de ella tanto como nosotros, era demasiado encantadora. El último regalo que me dio fue un par de medias de lana y me dijo “Hijo son de lana porque yo sé que en el norte hace frío” mi abuela siempre tomaba en cuenta esos detalles… Detalles que nadie más se fijaba. Es decir, ¿Quién regala medias? Mi abuela era muy sabia y siempre admiré que nunca perdió su mente en ningún aspecto. Recordaba cosas de su niñez con una claridad increíble. Espero heredar esa cualidad tan hermosa de mi vieja. Y bueno… Le hice esta sutil pieza que de alguna manera siento que me la ha traído ella para mí, desde donde quiera que esté. Siempre estarás conmigo abuelita, aún así... En este instante es inevitable que me embargue la tristeza.

15 de Agosto del año 2016 aproximadamente a las 8:30pm.

Sus últimas palabras fueron:
“¿Tú te vas? No te vayas, quédate conmigo”
Mi mamá le respondió: “Yo no me voy mami, yo me quedo contigo, yo estoy contigo…"
Mi abuela le tomó la mano fuerte a mi mamá y le dijo que la ayudara a sentarse. Mi abuela se sentó, mi mamá la abrazó y en ese instante mi abuelita querida, Victoria Gil, falleció en los brazos de mi madre a sus 93 años de edad. Mi abuela murió en casa, rodeada de su familia, dijo que quería morir así y no en un hospital. Y así fue.